
La educación de los hijos es una tarea integral a la que deben consagrarse los mejores esfuerzos. Enseñanza, guía, acompañamiento y disciplina, entre otras, son palabras que, sin dudas, deben figurar constantemente en el vocabulario parental, aunque para que redunden en un beneficio efectivo, no pueden reducirse a meros enunciados, sino ser validadas con el ejemplo. Por mucho que intentemos transmitir a nuestros hijos la importancia de la lectura, por ejemplo, ese sabio consejo caerá en saco roto a menos que nosotros mismos seamos lectores activos, capaces de transferir esa experiencia. Los niños pequeños toman como modelos a sus padres y tienden a repetir sus actitudes, acciones y creencias.
Si deseamos criar hijos saludables emocional, psicológica y físicamente, nuestras vidas deben ser el principal testimonio de lo que anhelamos para ellos. Por otra parte, siempre que hablamos de educación es necesario recordar que lo que se pretende inculcar debe estar regido por la constancia para que logre ser incorporado con éxito. Es por ello que los hábitos –conductas que se adquieren al ser practicadas reiteradamente- ocupan un rol protagónico en la formación de los niños. Repasemos algunas de las buenas costumbres que contribuyen a la calidad de vida de los pequeños.
Alimentación equilibrada
En el blog «Adelgaza saludablemente» especializado en la obesidad y sus tratamientos, nos dejan muy claro cómo la alimentación es un pilar fundamental de la salud que debe ser considerado desde muy temprana edad. Es imprescindible que los niños se acostumbren a una dieta variada que contenga todos los nutrientes necesarios. La armonía entre las proporciones de proteínas, hidratos de carbono y grasas debe ser respetada por difícil que pueda resultar en aquellos casos en los que los pequeños solo quieren comer sus platos favoritos y se resisten a incorporar ciertos alimentos. Es importante el consumo diario de frutas y verduras de distintos colores, ya que las tonalidades representan los diferentes aportes vitamínicos que contienen cada una de ellas. Los cereales, el pescado, las carnes rojas algunas veces por semana y las legumbres tampoco pueden faltar. La comida rápida, la bollería y los productos azucarados deben limitarse al máximo, así como establecerse horarios fijos para la alimentación. Enseñarles a los niños a considerar el agua como la bebida más importante es una medida muy acertada que los ayudará en su crecimiento.
Actividad física versus tecnología
Es común que los niños disfruten viendo la televisión o transcurriendo horas frente al ordenador, cuando son mayores, aunque estos hábitos son dañinos si se desarrollan en exceso. Sin embargo, es posible enseñarles a divertirse de una manera más saludable, ofreciéndoles alternativas. La práctica de deporte y el juego son actividades que si se realizan al menos durante una hora diaria, brindan numerosos beneficios físicos y psicológicos, mejorando, incluso, el rendimiento escolar. Se trata también de entretenimientos que pueden ser compartidos en familia, lo que supone un provecho extra. Llevar a pasear el perro, organizar una caminata durante el fin de semana y dedicarse a arreglar el jardín son algunos ejemplos de cómo padres e hijos pueden disfrutar de la actividad física de manera simple y en amorosa compañía.
Descanso reparador
El sueño es fundamental para que los niños se desarrollen convenientemente. Cuando las horas necesarias de descanso son respetadas, estaremos en presencia de pequeños de carácter agradable, con buena memoria, capaces de concentrarse y de desempeñar sus actividades diarias, incluso las escolares, adecuadamente. Los niños de entre 5 y 12 años deben dormir alrededor de 11 horas diarias y cuanto más pequeños, más tiempo de descanso requieren. Si bien pueden existir, por diferentes motivos, alteraciones en los patrones del sueño que deben ser atendidas por los especialistas en la materia, es responsabilidad de los padres enseñar a sus hijos costumbres saludables al respecto. En este tema, el hábito también es de gran importancia, permitiendo incorporar rutinas nocturnas que deben ser cumplidas cada día. Establecer un horario fijo para ir a la cama, propiciar un ambiente relajado y evitar actividades previas estimulantes son prácticas que contribuyen a que los niños logren un descanso reparador.